Trabajo y
familia, dos temas que resultan tan cotidianos y en los cuales estamos inmersos
día con día, pero que pocas veces nos ponemos a reflexionar sobre el dilema que
causan a millones de personas diariamente.
Hoy por
hoy, tanto hombres como mujeres se enfrentan al reto de cumplir exitosamente
con las exigencias de su trabajo profesional, pero también de cumplir
cabalmente con su papel de padres o madres de familia.
La
cultura laboral en nuestro país, todavía favorece esquemas en los cuales
pareciera que los ámbitos profesional y familiar van por caminos distintos, lo
cual coloca al trabajador en situaciones de desgaste físico y emocional. A
parte de este desgaste, uno de los dos ámbitos es descuidado por la persona: si
quiere dar el cien por ciento en su trabajo, descuida su familia y si quiere
dar el cien por ciento en su familia, descuida su trabajo.
Todo esto
se convierte en un círculo vicioso: tal pareciera que trabajo y familia son dos
áreas completamente lejanas y que es imposible conciliarlas ya que por lo
general, el trabajo exige más de nuestro tiempo y esfuerzo pues representa el
lugar de donde obtenemos el sustento para poder satisfacer de las necesidades
básicas a nuestra familia.
Si
queremos brindar una vida de calidad a nuestros hijos, entonces tenemos que
procurar proveerles de vestido, alimento, educación, salud, entretenimiento y
para ello necesitamos recursos. Los recursos los obtenemos trabajando y
recibiendo un pago, por tanto, no podemos darnos el lujo de perder nuestro
trabajo, necesitamos cumplir fielmente con horarios y reglas escritas
establecidas por la institución y muchas de las veces cumplir con las reglas
“no escritas”, como quedarse hasta tarde por si algo se ofrece, realizar más
actividades de las que las funciones del puesto implica para demostrar
capacidad y disposición, o simplemente para conservar el empleo, entre muchas
otras.
Y aquí va
de por medio la familia, pues con tal de tener lo indispensable o más para
satisfacer sus necesidades básicas, muchas veces el trabajador resta tiempo de
convivencia con sus hijos o esposo (a) y también le resta tiempo a su cuidado
personal.
Cuando
trabajo y familia son enemigos, el resultado puede resultar muchas veces
desastrozo. Problemas de salud personales, o de la familia, bajo rendimiento en
la escuela por parte de los hijos, deterioro en la relación de pareja, estrés,
neurosis y todos los problemas derivados de descuido a la familia, que bien ya
conocemos.
El
desafío entonces es que trabajo y familia sean aliados, y para ello resulta
imprescindible que exista un balance.
Continuará...