jueves, 26 de agosto de 2010

Crónica de un parto en agua, que terminó en cesárea (parte 1)

Era un 12 de abril de 2010. Si aprendí bien todo lo dicho en el curso psicoprofiláctico, ese cólico en mi vientre parecían ser las primeras contracciones. Nada de qué asustarse, el ginecólogo había comentado que Paulina podría llegar el 14 de abril.
Woow¡¡¡ estábamos a tan sólo unas horas quizá de conocernos. Todo listo ya… la famosa maleta después de haber estado casi 4 semanas parada junto a la puerta de nuestra recámara (por si las dudas ¡qué tal si se adelantaba!), ahora tomaba lugar en la cajuela de la camioneta… digo, para que en el momento crítico no se nos fuera a olvidar.

Me senté sobre la pelota como bien me lo indicaron en el curso y empecé a mecerme. Comencé a hacer mi nido ese lunes, me guardé y empecé a concentrarme en la venida de mi pequeña. Tomé las hojas en las que se explicaba cada fase del parto y las leía detenidamente, como previendo todo lo que nos iba a ocurrir a Paulina, a David y a mí.

Martes por la mañana, estábamos puntuales en cita con el ginecólogo. Justo antes de entrar, una fuerte contracción que hasta ese momento, lo único que me provocaba era que no pudiera seguir caminando y que se me fuera un poco la respiración.

“Yo creo que esta bebé llega mañana como lo habíamos previsto” mencionó el doctor mientras me revisaba acostada yo en la camilla (cosa que para ese momento ya era bastante difícil de lograr). “Mire, mire, esa es una contracción, pero no dolió verdad?” me decía el buen doc, mientras yo apretaba los dientes y en un lapsus brutus le dije “no doctor” ¿Quéeeeee por qué dije que no dolió?? Jajaja no lo sé… quizá por hacerme la fuerte, como muchas veces lo hago.

Martes por la tarde, seguían los dolores cada vez más intensos, pero no con la frecuencia de cada 2 minutos, necesaria para salir corriendo al hospital. Ante la casi segura llegada de Paulina para el miércoles, decidí anunciarlo en facebook, como en un afán de recibir las mejores vibras, oraciones, compañía, acompañamiento o porras, como lo quieran ver.

A partir de ahí y durante los demás días, mi teléfono celular se vio saturado de mensajes de ánimo, de apoyo, de consejos muy buenos y que recuerdo con mucho cariño, a través de las redes sociales. Que si camínale y no te acuestes, que si rézale a Santa Rita, que si date el baño con agua caliente, que si mécete en la pelota, que si pon la música relajante, que si mide la frecuencia, que si no comas pesado, que si sería bueno comer muy bien. Y ahí me tienen, camínale y camínale que casi hice un surco en la sala; rezándole a Santa Rita y a todos los santos y en primer lugar, claro está a Dios Nuestro Señor y María Santísima. Y por qué no, dándome los baños de agua calientita, meciéndome en la pelota que casi la poncho, escuchando música de relax y sobre todo el que se convirtió en el himno de Paulina (el tema principal de la película El Gladiador), comiendo ligero y comiendo pesado.

Las hojitas del curso psicoprofiláctico en las cuales se narraban las fases del parto, se convirtieron en una libreta en donde David anotaba cada una de las contracciones.

Tic tac, tic tac, el tiempo corría… cada 5 minutos, cada 3 minutos, cada 10 minutos, cada 15 minutos… cada 5 minutos, cada 10 minutos, cada 7 minutos, pero no, no llegábamos a estar en nuestro punto.

Llamada al ginecólogo “Doctor, ya me llevo a mi esposa?” preguntaba David. El ginecólogo dijo que no. Había que esperar todavía al miércoles por la mañana. Todavía la frecuencia no era la suficiente.

Miércoles por la madrugada, llega mi hermana Maricarmen quien viajó desde Sudamérica a estar conmigo en el parto.

Y así transcurrió otro día más, las contracciones cada vez eran más fuertes, más intensas. Mi esposo a mi lado las sufría conmigo y veía cómo me iba transformando. Pobre de David, quizá pensó que yo debía estar loca. En el momento de la contracción podía estar yo mentando madres, pero pasaba la contracción y esos 5, 3, 10, 7 o 15 minutos de descanso, podía yo bromear, reírme o estar de lo más normal.

Ya no podía dormir. En el día me la pasaba camine y camine dentro de la casa; de noche, cuando todo estaba quieto, yo a no podía ni siquiera acostarme y dormía cuando la contracción se quitaba y me despertaba cuando la contracción venía, o sea, cada 5, 3 10, 7 o 15 minutos. Y así toda la noche.

No llegó el miércoles 14 de abril… ni hablar.

Jueves 15 de abril, de nuevo cita con el ginecólogo. “Señora”, me dijo, “esa bebé está muy grande y no baja, le aconsejo que si no nace hoy, se venga mañana viernes al hospital para que ya esté aquí y a ver qué hacemos”.

Y sí, salí de allí retorciéndome, pero ¿por qué no? Vamos a Villa de Santiago, un pueblo mágico que se encuentra a unos 25 minutos de Monterrey y de mi casa, ya que mi hermana Maricarmen no conoce¡¡¡

Y ahí vamos, David y Mely (como de cariño le digo a mi hermana) en plan turisteo. Liz en plan contracción y puje con el más puro toque de bipolaridad que me hacía enfurecerme durante la contracción y ser la más feliz en los minutos que no la padecía.

Así llegamos a Villa de Santiago… y lo dicho, caminé y caminé. Me apretaba el dolor en medio de la plaza y David me tomaba de las manos, las cuales casi se las fracturo de lo fuerte que yo se las tomaba.

Jueves por la noche, ya casi arañaba las paredes en cada contracción. Seguía caminando pero ya no tanto por gusto, sino porque ya ni podía sentarme.

“¡¡Ya me quiero ir al hospital!!!!” le suplicaba a David. Pero no, las contracciones eran con frecuencia de cada 5 minutos. No, no se podía, aunque sí, sí se quería.

Ahora ya no sólo me agarraba de las manos de David, ahora hasta a Mely le tocaba recibir el fuerte apretujón. Y así seguimos, caminando, respirando, fu fu fu fu, cuando todavía lograba controlar la respiración como bien lo había aprendido en mi curso. Y así seguíamos y era impresionante ver tantos mensajes de apoyo de todos mis amigos y familiares. Todos los leí, todos me acompañaron todo el tiempo.

Jueves por la noche, llamada al ginecólogo. “Doctor, mi esposa ya no aguanta ¿me la llevo al hospital?” Y el doctor firmemente señaló. No David, todavía no tiene las contracciones necesarias y aparte, si te la llevas ahora te van a cobrar una noche más, no te conviene, apóyala durante esta noche para que aguante hasta mañana a las 7 de la mañana”.

David me da la noticia, la recibí como balde de agua fría y casi me daban ganas de tirarme por la ventana. “Claro, como a ese doctorcito no le duele!!!! Ggggrrrrrrrrrr mmmmmmm como él no está aquí en mi cuerpo… ya no aguantooooooo!!!!!” pensé y lloré.

Bueno, le dije a David, entonces me quedo. David con mucho amor y solidaridad me dijo “yo me quedo despierto contigo toda la noche”. Y así fue… una noche mágica, una noche en la que el dolor más intenso que he sentido en mi vida se hizo presente. La noche previa a la llegada de Paulina. Fue una noche especial, fue una noche misteriosa, y fue una noche de mucha fidelidad y amor entre David y yo. Una noche de prueba para nuestro matrimonio en la que se hizo presente en verdad, el estar juntos en las buenas y en las malas.

El cuarto sin luz, sólo con la que podía traspasarse por la ventana proveniente de la calle. Yo con contracciones cada 5 o 4 minutos, muy intensas, cada vez más dolorosas. David a mi lado en cada una de esas contracciones. Llegaba fuerte y nos tomábamos de las manos y de verdad que casi le deshago los dedos. Y se iban… y llegaban y nos tomábamos de las manos… y se iban… y llegaban. Y ahí estaba él conmigo, sin desfallecer. Me tomaba de las manos y anotaba la frecuencia, se iban y dormitábamos esos 4 o 3 minutos. Y regresaban y volvíamos a tomarnos y se iban y dormitábamos. De fondo, esa música relajante, esa música que ahora la escucho y me pone la piel chinita de tan bellos y dolorosos recuerdos.

Yo pensaba tantas cosas!! Sentía tantas cosas!!!! Miedo, emoción, cansancio, hartazgo, sueño, desesperación, alegría, felicidad, amor, enojo… pensaba que quería que mi parto fuera en agua como lo deseábamos y luego pensaba que mejor quería que de inmediato me pusieran anestesia y luego pensaba que no, que me lo iba a aventar sin anestesia y luego pensaba que en cuanto llegara al hospital lo primero que haría era gritar “¡¡¡¡ traigan un anestesiólogo prontooooo carajo!!!” ja ja ja.

Qué noche tan maravillosa y tan enigmática. Yo diría que una noche paradigmática y simbólica para nuestro matrimonio y para nuestra familia. De las peores-mejores noches de mi vida. Qué curioso que lo peor pueda ser de lo mejor.

El doctor dijo que llegara al hospital a las 7 am. Eran las 6 am y yo ya estaba lista para irme. Miré a David y le dije “Llegando voy a pedir la anestesia, siento mucho que el parto ya no pueda ser en agua, será parto natural mi amor, pero no en agua. Ya no soporto”. David me comprendió y nos subimos con Mely a la camioneta rumbo al hospital…

Si quieren conocer el desenlace, léanme en la siguiente entrada que pronto publicaré. ¡Falta lo más bueno!! Incluyendo la serie de aprendizajes que tuvimos.

Buenas noches.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Ya pronto nos conoceremos... a días de su llegada

Wooow¡¡¡ esto lo escribí justo 4 días antes del nacimiento de Paulina. Y hoy se cumplen justo 4 meses de que escribí esto, justo 4 meses de su llegada. A 4 meses, confirmo lo dicho!!!

Monterrey, N.L. 12 de abril de 2010


12:15 am

YA PRONTO NOS VEREMOS

¡Hola! Cada vez está más cerca el momento en el que por fin voy a conocer tu rostro y podré abrazarte y tener tu pecho junto al mío.

Ese día que hemos estado esperando los tres desde hace ya 9 meses, en el que nos hemos imaginado los unos a los otros… nos conocemos tanto pero a la vez es tanto el misterio que hay entre nosotros¡¡

Tu papá y yo te hemos visto, te hemos sentido y te hemos tocado a través de mi piel lo cual ha sido ya una experiencia maravillosa. Imagínate ahora que pronto podamos tocar tu piel, pero a través de tu propia piel y que podamos acariciarte y llenarte de besos y confirmar que eres así o más bella de lo que ya hemos pensado.

Seguramente tú también tienes tus expectativas¡¡ nos has escuchado, nos has sentido. A mí de una manera pues hemos ido juntitas estas 40 semanas y a tu papá también pero de otra manera, pues todo el tiempo ha estado con nosotras y ha estado muy cerca, que para ti ya somos muy familiares verdad?

Todavía no estás fuera de mi panza y ya siento que he aprendido tantas cosas contigo. A veces, cuando escuchaba decir que la vida es un milagro, quizá no entendía la dimensión de estas palabras. Hoy estoy segura de que sí lo es y es que eres toda luz, eres una luz que sana y que ha venido a curar muchas heridas.

Quizá ahora tú no te lo imagines, quizá no estés consiente de todo el bien que ya nos estás haciendo y de todo lo bueno que representas. En lo personal, siento que es un nuevo renacimiento para mí. Y ahora que te estamos esperando, al momento en que yo escribo esto, me detengo para mirar a tu papá, él no sabe lo que escribo pero me mira y los dos lloramos, así sin decirnos nada. Será que ambos lo sabemos, será que ambos estamos conectados ya contigo y que sentimos todo este bien que tú ya has traído y traes a nuestra vida.

En estos meses de esperarte, he aprendido tanto… sobre todo he aprendido justo a eso, a esperar; aprender a esperar, esperándote.

He aprendido que la vida está llena de sucesos pero que definitivamente Dios es el dueño del tiempo y que a veces las cosas no son como uno las planea. He aprendido a confiar, aunque todavía me falta mucho en este arte de la confianza. Tú me has enseñado que mis tiempos no son tus tiempos y mucho menos los de Dios. Que uno va por la vida queriendo y planeando, diseñando y programando, pero que a final de cuentas la naturaleza es sabia y que las cosas llegan al momento que deben llegar, ni antes ni después.

Me has enseñado a borrar las heridas del pasado, a saber que cada persona que llega a este mundo tiene su propia historia, que cada uno llegamos de manera distinta, a veces dolorosa y con marcas que siguen ahí durante años incrustadas en la memoria familiar. Pero tú me has mostrado que eres diferente, que tú quieres, mereces y tienes tu propia historia, tu propio destino, me has dicho que eres grande, fuerte y nueva, plenamente nueva y plenamente luminosa.

Sabes todo lo que hay detrás de nosotras, toda nuestra herencia y nuestra historia; sin embargo, tú mi chiquita me dices a cada instante que tu vida es una vida nueva, diferente y que merecemos vivir nuestro propio cuento. Y lo estamos haciendo.

Estamos rompiendo con muchos miedos y es increíble cómo tú, mi pequeña, me fortaleces y me enseñas a cada instante, me acompañas y me renuevas.

Eres una gran luz y en tu nombre llevas a un guerrero. Así te veo mi pequeña, toda una guerrera, entiendo todo lo que has pasado para estar aquí, has sido tan buena… tu papá y yo también hemos pasado algunas muy duros momentos en años para por fin llegar a este episodio de nuestra vida que tantas veces soñamos incluso antes de conocernos.

Ya muy pronto nos vamos a ver cara a cara, a la hora que tú decidas llegar y en el momento que tú decidas.

Nosotros ya estamos listos para recibirte y para amarte, porque desde antes ya te amamos. Ven en el momento que así lo quieras, aquí nosotros te estamos esperando con los brazos bien abiertos y el corazón que se nos desborda, imaginando ese instante en que por fin podamos mirar tus ojitos y besar tu rostro.

La emoción es cada día más. Te amamos Paulina.

¿Desarrollo como mujer?

Se habla mucho de un término que denominamos "desarrollo como mujer"... Sí, oímos decir a la gente frases como "nunca dejes tu desarrollo como mujer... ahora que te cases no dejes tu desarrollo como mujer... qué bueno que tengas una familia e hijos, pero no olvides tu desarrollo como mujer... prepárate, estudia, trabaja, para que no pospongas tu desarrollo como mujer".


Mucho tiempo estuve del otro lado de la trinchera. Del lado profesional, de lado del prototipo de mujer joven de película de Hollywood, esa mujer que trabaja, gana buen dinero, es independiente, profesional, líder, exitosa. La mujer que va y viene todo el día en la gran ciudad, que conduce su propio auto a cualquier hora del día y de la noche. Esa mujer que no rinde cuentas a nadie más que a sí misma, que saliendo del trabajo va al gimnasio y luego todavía se reúne con sus amigos en un rato bohemio con una copa de vino tinto y una buena pasta. O aquella mujer que puede desvelarse en un buen bar cubano o en un delicioso pub irlandés de la Condesa y al día siguiente levantarse a trabajar temprano como si nada.

Esa mujer que viaja, que consigue, que obtiene reconocimientos por su trabajo, que influye en la sociedad con su palabra, cuyo intelecto se nutre todos los días. Que se alimenta del bien común, que sueña, que goza, que va a misa y que todos los días pide a Dios por que le permita formar una familia, pasar del otro lado de la trinchera, encontrar a un buen hombre, un hombre que corresponda su amor porque en el fondo sabe que le hace falta una parte, su complemento para sentirse plena.

Estuve de ese lado de la trinchera en que la comida se echa a perder en el refrigerador… en el que se compra un jabón para lavarse el cuerpo, otro para las manos, otro para la piel seca, otro para la celulitis, otra para la piel grasosa, otro exfoliante, otro para los pies, otro para la cara y otro... de ese lado en el que se acaba cenando atún con lechuga pre-desinfectada y desayunando algo del Oxxo o en el mejor de los casos y del sueldo, un delicioso bagel con queso crema y mermelada de fresa con un capuchino deslactosado light del Starbucks.

Y cómo disfruté ese lado de la trinchera, dicho sea con todos los honores y los mejores recuerdos. Es más, brindo por ese lado de la trinchera que me dejó tantos aprendizajes, tantos amigos que ahora son mi familia, tanto amor y sobre todo, lo que ahora soy.

Ahora estoy del otro lado... completamente del otro lado... y estoy aquí porque así lo decidí. Porque sentí que era lo mejor para mi vida, que era lo mejor para mí, para mi esposo y para el nuevo proyecto de vida que comencé el 23 de mayo de 2009 al casarme.

Confieso que muchas veces he pensado si ha sido lo correcto, si no me habré equivocado. Ahora estoy totalmente del otro lado, quienes me conocen sabrán que soy algo radical, entonces vaya que cambié de A a B de un tajo. De pronto un día me vi lavando trastes todos los días, haciendo la comida puntualmente, haciendo frijoles y arroz lo cual en mi vida era algo así como un misterio de la ciencia... administrando cada centavo y ver cómo los milagros existen¡¡¡¡ ¿cómo es posible que antes con más dinero hacía menos cosas y siempre estaba endeudada?? y ahora con menos dinero alcanza para más...

Ahora estoy del lado de las que la comida nos alcanza y si se nos echa a perder por equivocación, nos pasa por la cabeza la típica frase chocante de "hay tantos niños en África que no tienen para comer" y entonces nada más le damos una olfateada y si no huele tan mal, pues la ponemos en unas tortillas y qué ricos tacos dorados nos vamos a comer mi amor¡¡¡¡

De repente, estoy del lado de las que hablan con el plomero, con el albañil, con el de la luz, con el de la basura... menos con el lechero, cabe señalar¡¡¡ jajaja. De repente descubrí que en el supermercado los productos tienen precio¡¡¡ si¡¡¡ y que hay algunos que cuestan más que otros. También hice el gran descubrimiento del ticket en el supermercado, esos que te entregan al final de tu compra y que vale la pena checar para descubrir cuántas cosas te han cobrado de más... y luego reclamar por la devolución del dinero.

Si, también recordé que con un solo tipo de jabón se puede lavar todas las extremidades del cuerpo, incluso las que no son tan extremosas –aunque prefiero hacer algunas diferencias-.

Ahhhh, ahora estoy del lado de las que van a reuniones de vecinas que platican sus anécdotas con el marido y con los hijos, “es un mundo raro” me digo... hace unos meses mis pláticas eran de grilla y de problemas amorosos porque "todos los hombres eran iguales", pláticas en medio de una botellita de Casillero del Diablo y un buen cigarrito. Ahora, todos los hombres siguen siendo iguales, pero las pláticas son en medio de café y galletitas y los temas son de ese mundo raro que ya me está siendo menos raro.

Hace unos meses mi vida era muy diferente... comía lechuga y nopales para adelgazar, ahora veo cada día cómo mi estómago crece y crece y no sólo eso… se mueve¡¡¡ Ahora al ir de compras al otro lado, me di cuenta que para mí sólo compré dos pantalones y una blusa, todos con elástico y los dolaritos se fueron en mamilas, carreola, termómetro, cobijitas...

Hace unos meses pensaba y soñaba en algunos anhelos. Ahora veo que esos anhelos están en mi vida, mientras pienso cómo se cambiarán los pañales, cómo será eso de dar pecho... al momento que esa nueva vida dentro de mí me da un golpecito en la panza como diciendo "no te preocupes, yo te enseñaré".

Hace unos meses pensaba cuándo sería el momento en que ese anillo llegaría a mi dedo anular izquierdo, ahora pienso en cómo hacer feliz a mi esposo, cómo ser la mejor mujer, la mejor esposa....

Hace tan sólo unos meses tenía insomnio por las noches porque algo en el trabajo andaba mal, ahora me despierto en las madrugadas ya sea para ir al baño, o ya sea para cambiar de posición y que mi estómago no se aplaste, o ya sea pensando cómo será cuando por fin mi hija nazca.

Qué bendición, vivir de un lado o del otro de la trinchera.

Desarrollo como mujer... es por eso, desde acá, desde el punto donde ahora me encuentro que, a veces pienso hemos limitado ese concepto a lo profesional-laboral-remunerado...

Desarrollo como mujer... trabajo, preparación, dinero, éxito, viajes, estudio. Sí, son parte del desarrollo como mujeres al que tenemos derecho. Sin embargo hoy he aprendido que también implica este otro lado... el hogar, la maternidad, la pareja...

Algunas mujeres podrán optar por sólo desarrollar la parte profesional-laboral, algunas otras ya sea por necesidad o por gusto optarán por combinar ambas partes, la de conciliar la familia y el trabajo (mis respetos a ese arte) y, otras tantas, optarán por dedicarse al hogar y la familia de tiempo completo.

Todas las decisiones anteriores son válidas, respetables, admirables y yo no me atrevería a cuestionar ninguna, al contrario. Sin embargo lo que hoy quiero decir es que "el desarrollo como mujer" también implica el otro lado de la trinchera. El lado no remunerado, el lado que no tiene reconocimientos monetarios o sociales. Ese lado que a veces nosotras mismas hemos desdeñado, ese lado en el que se ve a la mujer en casa como bicho raro, como símbolo atemporal, aún para las mentes más conservadoras y en pro de la familia.

Lo que quiero decir es, hagamos visible también este lado e incluyámoslo en el término "desarrollo como mujer".

Soy dichosa de que Dios me permitiera vivir de los dos lados de la trinchera, quizá para mí tenga preparado después el reto de conciliar la vida laboral y familiar. Él sabrá cuándo es momento y yo también lo sabré en mi corazón.

Por lo pronto, ambos los he recibido con amor para mi vida... para algo han estado y están; ambos tendrán sus momentos en mi vida...

Atentamente

La guerrera de las primeras dos trincheras

Por fin lo logré después de años

Y sí... después de -literalmente- años de intentar abrir un blog, por fin hoy lo logré.

Mi hija Paulina de casi 4 meses de edad ahora está dormida a mi lado, sobre la cama y yo aún sigo en la mecedora que ocupo para arrullarle; ya no pude ni pararme, simplemente dejé a Paulina acostada con el ventilador que la refresca, tomé mi netbook y me puse a escribir.

Paulina duerme plácidamente, a sus anchas y en veces hasta esboza una ligera sonrisita. Yo? escribo un poco apurada, con esa pequeña angustia mezclada con emoción al tener por fin mi blog y esperando que Pau no despierte todavía para lograr escribir al menos algo de las millones de cosas que quiero escribir.

Inicia hoy, 11 de agosto de 2010 a mis casi 33 años de edad (el próximo 17 de agosto los cumplo) un espacio que tuvo que ser en este momento. Este blog llega para mí en el momento que debe llegar.

Hace años, cuando quise iniciar mi blog, pudo haberse llamado algo así como "soltera al borde de un ataque de nervios" o bien "500 maneras de recuperar el sueño", o quizá recordando algunos libros o películas rosas pudo haberse llamado, "por qué los hombres aman a las cabronas" o "las 10 cosas para alejar a un hombre".  Pude llamarse también "mujer disponible" o bien hasta pudo haberse llamado "ando como perro en el periférico".

Pero no, mi blog se llama ahora Historias de una mamá primeriza. Y se llama así, porque justo lo empiezo a escribir en el momento preciso, que tengo tanto para compartir.

Y bien... ahora me voy, mi angustia mezclada con emoción termina pues Paulina despertó en gran llanto y como buena mamá primeriza, voy corriendo a atenderla¡¡¡¡¡

Bienvenidos¡¡¡