sábado, 23 de noviembre de 2013

Un día agotador en la vida de una mamá

Hoy fue uno de esos días difíciles en la vida familiar. Comenzamos a las 3 de la mañana, cuando a mi pequeña Yeyilla de 1 año y 6 meses le dio la llamada "tos de foca", ocasionada por el virus CRUP. Lo digo con tanto conocimiento de causa, porque van varias veces que le sucede ésto. 

Gracias a Dios ya sabíamos qué hacer. Cataflán y nebulizaciones, aunque a esa hora ninguna farmacia hace envíos así que mi esposo salió a comprar el medicamento, por cierto algo caro, para poder nebulizar a Yeyilla. Mi pobre pequeña no podía respirar ni dormir, pero me impactó que a pesar de eso, tenía buen humor y hasta jugueteaba conmigo a esa hora de la madrugada... 

Justo las cosas pasan cuando más cansada te sientes, cuando más sueño tienes, pero ni hablar... No sé de dónde salen las fuerzas a esa hora de la madrugada para atender a los hijos, salir con el intenso frío a comprar la medicina y vencer el sueño y agotamiento para que ellos estén bien.

Así transcurrió el día siguiente; con el frío que se está sintiendo en Monterrey, la verdad ni ganas de salir y estar todo el día en pijama... desvelados por lo que arriba conté, pero ni hablar. Ustedes ya saben cómo es ésto. En sábado lidiar entre hacer la comida, arreglar un poco la casa, jugar con las pequeñas, jugar con las pequeñas, jugar con las pequeñas... A veces, aunque me desespera el desorden y soy un tanto controladora y quisiera que mi casa estuviera siempre "rechinando de limpia"; me he convencido que vale más estar con mis hijas, jugando, platicando y dejar un poco que el mundo gire, que la casa esté volteada patas para arriba. Luego habrá tiempo de ordenarla.

A mi esposo le ganaron las prisas y no sé de dónde sacó la inspiración y comenzó a poner desde ahora todos los adornos navideños. Raro para nosotros que siempre poníamos todo casi una semana antes de Navidad, raro se siente ver tan pronto esos arreglos, aunque aún nos falta el más importante: El nacimiento.

Entre esferas rotas, niñas agarrando el arbolito y las luces, bailando y cantando con las luces musicales mil veces -a petición de Pollina- la de  "Navidad, Navidad, hoy es Navidad, es un día de alegría y felicidad ¡Hey!" se nos fue la tarde. 

Luego vino la hora de salir un poquito, a que nos diera el aire. Pollina hizo mega berrinche. Mi niña es, a sus 3 años y medio, muy "fashion", por así decirlo (no sé de dónde lo sacó, porque de mí ¡No!). Bueno, pues el berrinche fue porque se quería poner una playera de Minnie que ya no le queda, y luego porque NO LE GUSTAN LOS PANTALONES, y luego porque los calcetines no eran los de Kitty y luego porque no quería los zapatos que le había puesto. Cabe señalar que sus zzapatillas favoritas son muy delicadas, pero ya casi tienen hoyos de tanto que las usa.

Wowww, uuufffff y más ufffffffffffffffffffff. El berrinche se prolongó más de lo esperado, casi hicimos lucha libre Pollina, su papá y yo... gritamos todos, pataleamos todos, contamos no hasta 10 sino hasta 500 y varias veces... todo porque Pollina no quería usar pantalones y quería la playera de Minnie, que por cierto traía puesta Yeyilla. Mientras tanto, Yeyilla, como atizando el fuego y echando sal a la herida decía con sus medias palabras señalando la playera: "e mía, e míaaa", lo cual encendía más la cólera de su hermana.

En fin, en medio del berrinche puse en práctica todas las técnicas habidas y por haber  para controlar berrinches que he leído o me han enseñado en cursos, e invocaba a todos los maestros y expertos en familia que vinieran en nuestro auxilio porque ninguna técnica estaba funcionando y yo también comenzaba a hacer berrinche ya...

Por fin los ánimos se calmaron cuando Pollina entendió que su ropa ya no le quedaba y se la estaba dando a su hermana y que a ella, en cambio, se le estaba comprando ropa nueva y a su hermanita no. Este fue el santo remedio.

Después de todo, por fin salimos un rato y al regresar el día concluyó con un cuento y la nebulización de Yeyilla, en medio también de la catástrofe: En plena nebulización Yeyilla vomitó a sus anchas, luego entonces, una ampolleta de la medicina cara desperdiciada. Vamos por la segunda después de hacer limpieza y cambiarnos ambas de ropa. Estoy preparando el segundo intento con la "che" medicina cara y de pronto la tiro... veo como toda la ampolleta cae al suelo y se derrama... terror total. Abro la tercera ampolleta de la "che" medicina cara y, ahora sí, se logró el objetivo.

Ahora los tres duermen y oigo que mi Yeyilla tose un poco, lo cual me angustia, no descanso sabiendo que ella está incómoda.

El día ha finalizado y en verdad doy gracias a Dios por todo lo que aprendimos hoy, sobre todo a ser muy pacientes, a pedir perdón. Gracias por la fortaleza que nos sigue dando para enfrentar todos estos retos cotidianos a los que nos enfrentamos como papás y que nunca nos imaginamos.

Hubo muchos momentos en el día en los que quise llorar del agotamiento, de la desesperación, del no saber cómo se le hace a esto de la maternidad y de los hijos. Pero bueno, un día más superado con la satisfacción de estar haciendo todo con todo mi amor y lo mejor que puedo.

De verdad ahora entiendo que mis hijas son mis grandes maestras, con ellas estoy aprendiendo a vivir tantas virtudes, a dominar tantos defectos, hacen que afloren en mí tantos sentimientos, emociones y actitudes desconocidas aún por mí. No cabe duda que esto de ser padres, es toda una escuela para la vida.

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