domingo, 16 de marzo de 2014

Pilar Ochoa: Mi fortaleza es Dios, porque "todo lo puedo en Aquél que me conforta".

Día 14
Historia 14
16 de marzo de 2014

María del Pilar Ochoa Méndez

¡Me encanta Pili! Una mamá joven y jovial, una chica que combina muchas cosas. De esas mujeres que las puedes notar inteligentes, profundas, sumamente espirituales, muy femenina, capaces, pero a la vez te sorprenden con su actitud divertida, locochona, alegre, bailadora...  Pili es una hermosa mamá, por lo pronto de una pequeña muy bendecida al tenerla a ella como madre.

Pili, a parte de todo escribe, y escribe muy bien. Pili tiene mucho qué decir, y lo que dice lo dice muy bien y llega al corazón porque cuando uno habla de lo que uno vive y siente de verdad, esas cosas llegan realmente. Pili escribió su historia la cual te copio literal a continuación; ella recoge en sus propias vivencias mucho de lo que cada una de nosotros a vivido. Te invito a que la leas y estoy segura, que mucho de lo que ella te dice, va a serte de mucha utilidad.

Sigue escribiendo tu propia historia Pili, como hasta ahora, con ese entusiasmo por vivir, esa fe tan grande y amor a Dios, ese espíritu de conquista y ese afán que tienes por hacer el bien. La verdad, yo no lo descarto... yo sí te quiero tener como Presidenta de la República. Tú tampoco lo descartes. Aquí se las dejo...

Por: Pili Ochoa

Hoy fue uno de esos días. Adoro a mi hija, la amo con locura, pero hoy fue
uno de esos días en los que a ratos pido esquina. No puedo hablar acerca de
ser madre sin mostrar esta que, si no es "la cara oscura de la maternidad",
es una que muchas omitimos. Involuntariamente, claro; la experiencia de ser
mamá es tan increíble, tan llena de alegría, admiración, sorpresa,
adoración, que a veces olvidamos las noches en vela, las llamadas al
pediatra a las 3am, las rozaduras, los celulares inservibles a fuerza de
babitas, etcétera.

Vengo de una familia grande, ¡somos nueve! Con seis hermanos, por supuesto
que me tocó compartir el elegante papel de hermana "sándwich". Las
peripecias de una familia grande me formaron como soy, estoy convencida
también de que mis sobrinos me prepararon un poco para el papel de mamá.

Un poco, porque en realidad  nunca estás preparada. De niña jugué a la
casita, con Barbie y Ken, pero no puedo decir que mi sueño era ser mamá.
Yo cambiaría el mundo, sí, pero como la primer presidenta de México, de
alguna otra forma heroica y poderosa. La vida me fue llevando por otro
camino, el de la educación, y el de los temas de mujer y familia.

Hoy soy mamá de una hermosa y traviesa pulga de 20 meses, que camina como
una diva por la vida, saludando y haciéndole ojitos a cualquiera que cruce
su camino (no exagero, ¡a cualquiera!, mi chaparra coqueta),  que hace dos
meses aprendió a decir "abuelo", y se lo grita al primer señor medianamente
canoso que encuentre por la calle. La misma que hoy terminó de deshacer mi
labial favorito, rayó mis sábanas con pluma y se alimentó únicamente con
calabacitas, guayaba y mango.

Hago malabares para trabajar, dando clases, talleres y conferencias, y
ayudando a mujeres o parejas a conocer su salud ginecológica y fertilidad
para que ellas puedan cuidar su salud, buscar o evitar un embarazo,
trabajar en su relación, lo que cada mujer o pareja quiera. Soy
FertilityCare Practitioner, o profesional en el cuidado de la fertilidad.
Debo decir que me encanta lo que hago porque estoy convencida de que todas
las mujeres tenemos derecho de conocer nuestro cuerpo y fertilidad, de que
todas las parejas podemos tener la información puntual, científica,
confiable para tomar decisiones libres, informadas, sin necesidad de
someternos a tratamientos costosísimos, peligrosos; sin que nadie deba
alterarse quirúrgicamente; sin que las mujeres se sientan obligadas a
someterse a hormonas artificiales que vuelven loco su cuerpo, etc. He
tenido la oportunidad de ayudar a que las personas conozcan el idioma de su
cuerpo: parejas que se embarazan después de años de infertilidad y
tratamientos fallidos, parejas que logran perder el pánico de fin de mes
(¿y si estamos embarazados?), mujeres que logran monitorear y tratar con
éxito condiciones ginecológicas tan diversas como complejas... en fin, he
podido ser parte de muchos milagros. Entre ellos el mío.

La llegada de mi hija fue todo un viaje, porque sufrimos infertilidad.
Pasamos meses de falsas esperanzas, estudios, inyecciones, siempre con la
confianza de saber qué pasaba con mi cuerpo, qué necesitábamos, cómo
cuidarla incluso desde antes de que se anidara en mi vientre.  A un año 8
meses de haberla abrazado por primera vez, lo más difícil ha sido sin duda
esperar su llegada. Ha sido todo un reto el conciliar la maternidad con
nuestra vida antes de ser padres. ¿Mis fortalezas en este camino? Saberme
débil, imperfecta, y al mismo tiempo, perfecta, exacta, libre. Saber que
cuento con un hombre increíble, fuerte, generoso (...), etc. (por motivos de
espacio, hemos omitido un extenso párrafo donde la autora le echaba flores
a su marido). Mi fortaleza es mi peque hermosa. Mis papás y hermanos,
amigas, una docena de blogs (incluyo el presente, un hurra a La mamá
primeriza). Mi fortaleza es Dios, porque "todo lo puedo en Aquél que me
conforta".

¿Mis miedos y preocupaciones? Me preocupan mi pequeña, mi marido, cuidarlos
y cuidarme. El mundo, mis inseguridades, los cientos de errores que sé que
cometeremos como padres. Me preocupa y me ocupa que mi hija sea una mujer
libre, plena, responsable, feliz...

Creo en una frase que seguramente no escribiré literal: los hijos nos dan
un curso intensivo de generosidad, de malabarismo. También nos enseñan a
reír como locos rodando en el suelo, a guardar piedras en las bolsas del
pantalón, usar calcetines como guantes, y gritar de emoción ante una rica
fruta. A sonreír de la forma más pícara y seductora del mundo, a dar besos
babosos y aguantar los brazos trabados con el peso de un changuito hermoso.
Mi familia es lo que da sentido a mi vida, con todos los miedos y gozos que
eso implica. En ese sentido me encanta la frase de Hannah Arendt, "las
puertas de la felicidad se abren hacia afuera".

Me preguntas, querida Liz, qué herramientas hay que desarrollar para ser
mamá y no morir en el intento... ¿Cuando las conozcas me dices? (risas).
Supongo que muchísimo amor, desterrar la culpa, tener paciencia, perdonar,
usar mucha mano izquierda, confiar en Dios. Para no seguir con una lista
interminable, resumo con esto: basta con ser una mujer plena, y querer a
tu hija/o con todas tus fuerzas.

Con todo gusto pongo a su disposición la información de Fertility Care,
revisen la página, googleen por su parte, y escríbanme con toda confianza
si tienen dudas. ¡Un gran abrazo Liz!

María del Pilar Ochoa Méndez, FCP
pilarochoa@gmail.com

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